

Una foto malograda
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Una foto malograda
¡No comprendo cómo hemos llegado a esto!
No tengo absolutamente nada contra Clemenceau, Fallières o Lépine que son muy naturales y viven bien su época. ¡Pero Mollard, el embajador Mollard, que loca idea la de utilizar su celular!
Me pongo en el lugar del espectador y es absolutamente asombroso, ¿cómo puede creer un instante en la veracidad de la escena?
Se lo había dicho a Mollard en el momento de la toma: “Sobre todo nada de disimulo, compórtese como en la vida corriente.” Ha debido tomar mi indicación al pie de la letra ¡pero de ahí a malograr un cliché histórico!
Ya puedo escuchar a los menos despreciadores, a los detractores que se van a juntar: “Ah sí claro un celular, ¿y por qué no una tableta táctil? ¡La fotografía parecía ya ser una puesta en escena, ahora


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